Usualmente cuando buscamos el estado de serenidad, de paz y de felicidad interior, se utiliza el acceso al silencio. Durante el ejercicio de Meditación llegamos al silencio por medio de la atención enfocada. El silencio también puede ser accesible en la vida cotidiana y por algunos instantes, cuando nos concentramos en la respiración. Cuando estamos en una situación difícil podríamos hacer uso de cualquiera de estas rutas para encontrar la relajación, el silencio y la paz.
En el contexto de las vicisitudes de la vida, se podría preguntar si será posible realizar un cambio, desde un pensamiento negativo y una consecuente emoción destructiva, a un pensamiento positivo y una emoción saludable. Tan sólo se le está proponiendo como una posibilidad. Pero puede suceder, que nos encontremos en un estado mental negativo y una buena noticia transforme esa condición. Podría ocurrir al revés, que estamos tranquilos o serenos y una mala noticia podría transformar nuestro estado mental a la tristeza o a la angustia. Lo que es importante es tener presente que el estado mental es lábil y puede ser maleable, aunque no siempre.
Esas malas noticias también pueden venir de nuestro propio interior. Algún recuerdo, alguna situación difícil por la que hemos pasado y esto nos puede ocasionar una emoción negativa o destructiva. Es decir, hay una fuerza o varias que gobiernan nuestro estado mental desde adentro y desde afuera, para bien o para mal y estamos sujetos o somos un poco prisioneros de ese vaivén. A veces el vaivén no existe y somos emocional y anímicamente insoportables permanentemente. Nuestra personalidad es un caos.
Desde nuestro interior las fuerzas que nos gobiernan pueden ser conscientes o provenir del subconsciente, pueden ser reales o imaginarias. Pero somos una suerte de velerillo sin norte en el Mediterráneo, al que el viento mueve para donde quiera. Somos seres inteligentes sin mayor consciencia de nuestras condición y actitud mental.
El ejercicio de la Meditación nos lleva a la paz interior, desarrolla una o varias zonas del cerebro que nos ayudan a manejar mejor esas fuerzas que abaten al velerillo de un lado para otro. Meditar, fortalece ese entramado neuronal que refuerza al hipocampo y el hipocampo a su vez regula las células del sistema límbico, principalmente de la amígdala, que es el centro de las emociones.
Nos diagnostican una grave enfermedad, o nos invitan a una reunión con un grupo de gente que hacía tiempo no veíamos y que nos produce una alta satisfacción y eso fortalece las células del cerebro que pueden generar estados mentales ya sean negativos o positivos, respectivamente.
Hay ejercicios mentales para construir una imagen que nos resulte agradable y en determinado momento, se podría tener presente esa imagen que produce bienestar. Nos es agradable al cerebro y al cuerpo. Se trata de un ejercicio de Visualización. Puede resultar muy útil, aunque no sea un ejercicio de Meditación profundo. Se parece, pero no lo es. La Visualización también irrumpe en nuestra mente, para apagar los 100.000 pensamientos que producimos por día. Visualizar es apartarse del flujo inconsciente de la elaboración de pensamientos y por lo tanto es un ejercicio que madura nuestra capacidad de mirar los estados de ánimo destructivos y de reducirlos y transformarlos.
La Visualización es un estado poderoso de concentración, que fortalece nuestra capacidad de mirar al interior de la consciencia y del estado anímico y eventualmente modificarlo a discreción. Este proceso permite además conocer la serenidad y el gozo interior, estados adonde se puede regresar cuando se pierde la armonía. Es una forma de Meditación, pero quizás un estado diferente al que se logra cuando la mente permanece en silencio por varios minutos. Puede ser una alternativa para el practicante que al principio de su camino como meditador, no logra el silencio absoluto. Incluso si se desea, se podría quedar en ese nivel por toda su vida, sin ningún problema, al contrario, con grandes beneficios.
Hay un objetivo fundamental, lograr un estado mental de felicidad. Hay rutas distintas para alcanzar ese estado. Una de ellas es la Meditación formal según la conocemos. Otra ruta es la Visualización, cuyas imágenes pueden ser tomadas de la naturaleza. Se podría construir a voluntad, por ejemplo, una imagen de una cascada, que tiene alrededor una vegetación voluptuosa, una caída deliciosa de agua a una pequeña poza, el verde que acompaña a las rocas, húmedas y frescas detrás de la cascada. Se recrea un panorama interior delicioso a la mente, a la corteza occipital, temporal y frontal y al resto del cerebro y desde ahí a todo nuestro organismo, generando un estado muy especial de armonía. Difiere de la Meditación formal en el proceso, en el contenido y en los resultados psicológicos del bienestar en el corto, mediano y largo plazo. Pero la Visualización es de gran ayuda sobre todo para el meditador que inicia el sendero de la liberación de las cadenas del dolor y el sufrimiento. La Visualización como ejercicio es un apoyo, un acercamiento al logro definitivo, la felicidad interior constante.
La Meditación es un ejercicio de concentración y de atención plena. Por lo tanto, la Visualización es Meditación. Pero en la Meditación hay niveles de concentración, que pueden ir desde los más burdo hasta lo más sutil; en las escuelas orientales se les llama Jhanas. La Meditación más sutil y a la vez más poderosa, es aquella que se concentra en el silencio.