Visitas no deseadas

Me están llamando a la puerta. Aparentemente quieren entrar. Algunos se han asomado a la ventana, hay otros que quieren hacerlo desde el sótano. Para decirles la verdad, a algunos los conozco desde hace tiempo, y estaban acostumbrados a entrar, a otros me los han presentado más recientemente. Yo también me he acostumbrado un poco a ellos. No me gustan las sensaciones que producen y se aprovechan de mis debilidades de ser humano. Una vez adentro son un desastre, todo lo desordenan, lo alborotan y se pasean muy orondos como si fueran los dueños de la casa. Algunos entran a hurtadillas, sigilosos, sin que me dé cuenta.

Recientemente he puesto un sistema de alarmas por toda la propiedad, que me avisan al menor detonante. Tengo un sistema instalado en lugares estratégicos que detecta una invasión violenta, otras son sistemas más sutiles que se dan cuenta de abordajes menos intensos, pero igualmente peligrosos. Las alarmas activan un sistema de respuesta al embate, que estoy tratando de mejorar, ya que todavía no hay nada en el mercado que lo resuelva de manera absoluta, y cuando me doy cuenta, la casa ha sido ocupada. Es más, existen convenios que datan de mucho tiempo atrás, que les han permitido entrar, y que los aloja en distintos aposentos, de los cuales prácticamente han tomado posesión.

Debo decir con satisfacción que por distintos medios me he logrado liberar de varios de estos contratos, lo que ha permitido una mayor iluminación de toda la vivienda y sus alrededores. Con otros ocupantes he tenido que firmar una especie de armisticio, ya que están muy aferrados al espacio y manifiestan que no tienen a dónde ir. Son astutos y me confunden.

Desde que puse a funcionar el sistema he sentido mayor capacidad de desplazamiento por casi toda la casa, con mayor tranquilidad y felicidad en su ambiente interno y externo. Mucha más libertad, ya que estos bandidos me tenían un poco amarrado y me generan temor. Con varios de ellos he alcanzado un poco de seguridad y confianza, que me ha llevado a establecer cierta amistad y por lo menos nos podemos saludar y sonreír. Un sistema muy poderoso de detección y resolución de conflicto, lo tengo activado mientras duermo y ellos piensan que no los estoy mirando, pero me dan la clave para al día siguiente sentarme en la sala o en el jardín y averiguar sus intenciones. Estos son invasores del estado onírico. Muchas veces no llegamos a nada, pero de vez en cuando, el diálogo y la comprensión son fabulosos para entablar una nueva relación y lo que es más interesante, en otras oportunidades se van y se llevan las amarras con las que me tenían atrapado. Eso sí, al sistema de detección y control hay que estarlo cargando, porque si no se daña. Hay que conectarse con la fuente de la energía, apagando todas las otras entradas que produzcan perturbación, a efecto de fortalecer la vigilancia y el control de la propiedad. Hay que apagar profundamente la luz y volver a encenderla, pero esta vez renovada, hay que “resetear”.

Estados Mentales, Visualización

Usualmente cuando buscamos el estado de serenidad, de paz y de felicidad interior, se utiliza el acceso al silencio. Durante el ejercicio de Meditación llegamos al silencio por medio de la atención enfocada. El silencio también puede ser accesible en la vida cotidiana y por algunos instantes, cuando nos concentramos en la respiración. Cuando estamos en una situación difícil podríamos hacer uso de cualquiera de estas rutas para encontrar la relajación, el silencio y la paz.

En el contexto de las vicisitudes de la vida, se podría preguntar si será posible realizar un cambio, desde un pensamiento negativo y una consecuente emoción destructiva, a un pensamiento positivo y una emoción saludable. Tan sólo se le está proponiendo como una posibilidad. Pero puede suceder, que nos encontremos en un estado mental negativo y una buena noticia transforme esa condición. Podría ocurrir al revés, que estamos tranquilos o serenos y una mala noticia podría transformar nuestro estado mental a la tristeza o a la angustia. Lo que es importante es tener presente que el estado mental es lábil y puede ser maleable, aunque no siempre.

Esas malas noticias también pueden venir de nuestro propio interior. Algún recuerdo, alguna situación difícil por la que hemos pasado y esto nos puede ocasionar una emoción negativa o destructiva. Es decir, hay una fuerza o varias que gobiernan nuestro estado mental desde adentro y desde afuera, para bien o para mal y estamos sujetos o somos un poco prisioneros de ese vaivén. A veces el vaivén no existe y somos emocional y anímicamente insoportables permanentemente. Nuestra personalidad es un caos.

Desde nuestro interior las fuerzas que nos gobiernan pueden ser conscientes o provenir del subconsciente, pueden ser reales o imaginarias. Pero somos una suerte de velerillo sin norte en el Mediterráneo, al que el viento mueve para donde quiera. Somos seres inteligentes sin mayor consciencia de nuestras condición y actitud mental.

El ejercicio de la Meditación nos lleva a la paz interior, desarrolla una o varias zonas del cerebro que nos ayudan a manejar mejor esas fuerzas que abaten al velerillo de un lado para otro. Meditar, fortalece ese entramado neuronal que refuerza al hipocampo y el hipocampo a su vez regula las células del sistema límbico, principalmente de la amígdala, que es el centro de las emociones.

Nos diagnostican una grave enfermedad, o nos invitan a una reunión con un grupo de gente que hacía tiempo no veíamos y que nos produce una alta satisfacción y eso fortalece las células del cerebro que pueden generar estados mentales ya sean negativos o positivos, respectivamente.

Hay ejercicios mentales para construir una imagen que nos resulte agradable y en determinado momento, se podría tener presente esa imagen que produce bienestar. Nos es agradable al cerebro y al cuerpo. Se trata de un ejercicio de Visualización. Puede resultar muy útil, aunque no sea un ejercicio de Meditación profundo. Se parece, pero no lo es. La Visualización también irrumpe en nuestra mente, para apagar los 100.000 pensamientos que producimos por día. Visualizar es apartarse del flujo inconsciente de la elaboración de pensamientos y por lo tanto es un ejercicio que madura nuestra capacidad de mirar los estados de ánimo destructivos y de reducirlos y transformarlos.

La Visualización es un estado poderoso de concentración, que fortalece nuestra capacidad de mirar al interior de la consciencia y del estado anímico y eventualmente modificarlo a discreción. Este proceso permite además conocer la serenidad y el gozo interior, estados adonde se puede regresar cuando se pierde la armonía. Es una forma de Meditación, pero quizás un estado diferente al que se logra cuando la mente permanece en silencio por varios minutos. Puede ser una alternativa para el practicante que al principio de su camino como meditador, no logra el silencio absoluto. Incluso si se desea, se podría quedar en ese nivel por toda su vida, sin ningún problema, al contrario, con grandes beneficios.

Hay un objetivo fundamental, lograr un estado mental de felicidad. Hay rutas distintas para alcanzar ese estado. Una de ellas es la Meditación formal según la conocemos. Otra ruta es la Visualización, cuyas imágenes pueden ser tomadas de la naturaleza. Se podría construir a voluntad, por ejemplo, una imagen de una cascada, que tiene alrededor una vegetación voluptuosa, una caída deliciosa de agua a una pequeña poza, el verde que acompaña a las rocas, húmedas y frescas detrás de la cascada. Se recrea un panorama interior delicioso a la mente, a la corteza occipital, temporal y frontal y al resto del cerebro y desde ahí a todo nuestro organismo, generando un estado muy especial de armonía. Difiere de la Meditación formal en el proceso, en el contenido y en los resultados psicológicos del bienestar en el corto, mediano y largo plazo. Pero la Visualización es de gran ayuda sobre todo para el meditador que inicia el sendero de la liberación de las cadenas del dolor y el sufrimiento. La Visualización como ejercicio es un apoyo, un acercamiento al logro definitivo, la felicidad interior constante.

La Meditación es un ejercicio de concentración y de atención plena. Por lo tanto, la Visualización es Meditación. Pero en la Meditación hay niveles de concentración, que pueden ir desde los más burdo hasta lo más sutil; en las escuelas orientales se les llama Jhanas. La Meditación más sutil y a la vez más poderosa, es aquella que se concentra en el silencio.



Reflexiones sobre la meditación

Revisado por Dr Ignacio Salom E. 10 de Agosto 2016.

La meditación tiene como principio fundamental la búsqueda de la felicidad. Se trata de una determinación, una decisión de vida que toma el meditador. El estado meditativo, en un ambiente especial, lleva a una condición de bienestar, que el practicante busca reproducir en la vida cotidiana.

La reproducción del estado meditativo de bienestar, es un asunto mental. El meditador puede vivir permanentemente en estado especial de”gracia”, o puede voluntariamente cuando lo pierde, regresar a ese estado por medio de un acto, una decisión mental de búsqueda y reencuentro con el bienestar, o bien realizar dos o tres respiraciones profundas, pronunciar un mantra, o por medio de un ejercicio completo de meditación.

La vida puede ser una miseria, llena de dolor, sufrimiento, estrés, tristeza y depresión, si uno permite que la mente sea gobernada desde los acontecimientos externos, o desde adentro, por medio de los pensamientos descontrolados, tristes recuerdos y culpas. Llegar a un estado “divino” no significa tener poder para cambiar el mundo, sino disciplina, valor, audacia y paz, para cambiar la forma en la que uno interactúa con ese mundo.

El desarrollo de la capacidad para el encuentro con la paz y el bienestar, pasa por la habilidad para “bloquear” el Sistema Nervioso Simpático, fuente primordial de las reacciones de alarma o estrés, para que estas puedan ser neutralizadas en condiciones en las que no son necesarias, o cuya intensidad sea desproporcionada para el estímulo que las genera.

Cuando se habla de desapego, no se está refiriendo necesariamente a la capacidad de prescindir de los bienes materiales, el verdadero desapego es aquel que se logra cuando podemos separarnos de nuestros propios pensamientos y emociones y mirarlos con objetividad, con la distancia que nos permita ser más eficaces en la forma de resolver situaciones conflictivas.

El “yo” es producto de condicionantes genéticamente determinados del individuo aunado a su interacción con el medio. Esta segunda variable permite la posibilidad de transformación del ego en la medida en que cambien los condicionantes externos, así como la forma en la que el individuo se relaciona con ellos. El “yo” cambia como cambian las características del cuerpo con el paso del tiempo. Hay personas con mayor posibilidad de transformación que otras, relacionado con la capacidad de aceptar nuevos paradigmas en la condición de vida. “Hay que morir para vivir”, reza el evangelio, dejando atrás los apegos a la forma tradicional de reaccionar ante las circunstancias, modificando las emociones, los estados de ánimo y el temperamento, las creencias vanas y las actitudes improcedentes ante la vida. Hay que reinventarse cuando se piense que esto es necesario y factible.

Cuando se alcanza el bienestar en la “nada” mental, durante el ejercicio de la meditación,  entonces deja de existir aquello  que sea absolutamente imprescindible. Sin pensamientos, sin imágenes, sin emociones durante la meditación, es posible prescindir de la necesidad de muchos anhelos en la vida, cuando muchos de ellos generan alto grado de insatisfacción por inalcanzables.

Hay que superar el trabajo inconsciente de la mente, por uno que permita la vida presente en absoluto estado de consciencia de todos los actos y pensamientos. El trabajo inconsciente de la mente es pereza mental, con el inconveniente que algunos de esos procesos pueden atrapar al individuo en un estado de emoción destructiva o aflictiva. Es necesario el dominio y control consciente de los pensamientos y emociones la mayor parte del tiempo posible. “Tú eres el dueño de tu propia casa”.

La humildad está en el reconocimiento de las debilidades y errores personales. Hay que visualizarlos, tratar de entenderlos y sobre todo tolerarlos, que no significa otra cosa, que no maltratarse cuando el ser se descubre en uno de ellos. Se debe reconocer la naturaleza de origen profundamente natural del ser humano, para empezar a conocerse a sí mismo, en sus virtudes y defectos y a conocer y tolerar las virtudes y defectos de los otros. El perdón no es sólo algo que se le manifiestas al otro verbalmente, es más bien eliminar interiormente el rencor que se siente hacia la otra persona, fundamentalmente por el daño que se produce cuando el meditador se aleja del estado de bienestar y cae en una emoción destructiva. Perdonar es un asunto del “corazón”, aún cuando el otro no se dé cuenta de que ha sido perdonado. El principal beneficiario del perdón es quien perdona y regresa a su estado de bienestar.

Es necesario desarrollar la capacidad de mirarse y “conocerse a sí mismo”. Este conocimiento no está tanto en saber quién eres y qué has hecho a lo largo de tu vida, sino cómo se piensa lo que se piensa y cómo se actúa. Quizás se trate un poco de conocer cómo actúa la mente, no tanto desde el punto de vista científico, sino perceptivo. Se debe aprender a descifrar la ruta del encadenamiento de los pensamientos, encontrar el lugar al que llevan desde el punto de vista emocional y si estas emociones son positivas o destructivas. Este es el verdadero conocimiento de uno mismo. Es importante reeducarse, con la intención de desarrollar poder mental, utilizando los acontecimientos de la vida cotidiana para reaccionar de una manera distinta a como siempre lo hemos hecho, si esto es lo que conviene. Estos son los primeros pasos hacia la libertad que se deben ir fortaleciendo progresivamente.

Se debe aprender a modular el binomio estímulo/ respuesta. No siempre es necesario responder ni inmediatamente, ni intensamente. Hay que aprender a discernir inteligentemente sobre la intensidad y la velocidad de la respuesta. Esta actitud evitaría mucha violencia, destrucción, muerte y guerras innecesarias. Hay que desarrollar la habilidad de sentirse bien en un acto de humildad, “poniendo la otra mejilla”, no literalmente, sino simbólicamente, disminuyendo el tono de vibración del ego y molestándose menos ante la posibilidad de que a veces el otro tenga la razón, se reconozca así y se disfrute. De ninguna otra cosa se trata el alcanzar la condición de iluminado. El iluminado más que un prestidigitador y un hombre con poderes extraordinarios, es aquel que guarda la paz en su corazón y la comparte con los otros, disfrutando de los acontecimientos de la vida.

Dominio, contención, control de la emoción por un lado y desarrollo del estado de bienestar por el otro, son dos caras de una misma moneda y saber cuando estar en cada cara por medio del discernimiento es una tarea realizable. El trabajo es con uno y con la presencia de los otros. Hay que dirigirse a las profundidades del silencio de la mente como ejercicio de práctica y disfrutar con el otro y con los otros en todo momento.

Es necesario el ejercicio que permita encontrar la paz y la armonía en el interior de la mente, al principio con la orientación de un guía, pero con el convencimiento de que más adelante, se debe desprender de cualquier dependencia para el alcance de la superación personal. Una vez que se aprende a estar en el samadi, satori, nirvana o éxtasis, se debe practicar cotidianamente, a fin de desarrollar cada vez más la habilidad de estar en esa extraordinaria condición, no sólo en el momento especial de la meditación, sino en la vida diaria con lo que “la carga se volverá más liviana”.

Un aspecto muy importante de la meditación es no solamente mirar tus pensamientos, imágenes y emociones, sino aprender a mirar la morada de esos procesos cerebrales. Es necesario aprender a mirar los pensamientos, así como el infinito de silencio y paz que los rodea y que les da su origen y regocijarse de la forma en la que se desvanecen en el infinito de nuestro interior. Luego hay que aprender a mirar el silencio en ese interior, ya sin pensamientos ni emociones presentes. Sólo debes dejar que surja la sensación indescriptible de bienestar y gozo.

En la vida cotidiana no es posible estar en dos estados emocionales al mismo tiempo. La meditación te da la destreza para desplazar en tu mente un estado emocional aflictivo o negativo, para reencontrarse con los estados emocionales del bienestar. El estado meditativo es un estado de bienestar y gozo contenido, que se debe aprender a adquirir a voluntad del individuo con fe y disciplina, para poder trasladar ese estado a los acontecimientos y vicisitudes del diario vivir. Esta fe entendida como la posibilidad de hacer realidad la promesa de ser feliz cada instante de tu vida.

Es conveniente entender la vida, la naturaleza y el universo según le va desenmarañando sus incógnitas el conocimiento científico. Es necesario saber de este conocimiento para reconocer con humildad quienes somos y admitir nuestra ubicación en el árbol de la evolución. En la medida de lo posible debemos apartarnos de las ideas mágico–fantasiosas relacionadas con milagros, reencarnaciones o extraterrestres y poner los pies en la tierra reconociendo nuestra existencia y la del resto de la naturaleza como una extraordinaria maravilla, que lleva un proceso de 13500 millones de años de desarrollo y supervivencia. Saber que hubo un origen para la organización de la materia a partir de partículas subatómicas, y que nosotros como vida, provenimos de los átomos y las moléculas generadas en el universo. Somos polvo de estrellas, para decirlo de una manera romántica, y esto hay que digerirlo. Debemos ir abandonando la etapa ingenua e infantil de la humanidad para ir alcanzando cada vez más la madurez y asumir el control y el dominio de nuestro destino y el de la naturaleza, en la medida de nuestras capacidades y posibilidades. Pero saber que lo que no hacemos nosotros mismos, nadie lo hará por nosotros, con la resignación de que hay fenómenos sobre los que no tenemos ese dominio, como los terremotos, los meteoritos o la muerte.

Hay que aprender a manejar el ego, de tal manera que no interfiera negativamente en la relación con los demás, pretendiendo humillarlos, aprovecharnos de ellos, o temerles, más bien desarrollando las habilidades para buscar una empatía, una solidaridad, una comprensión y el desarrollo de capacidades para el trabajo conjunto y la relación armoniosa. Si no nos es posible amarlos, con el respeto, la solidaridad y la compasión, será suficiente. Nuestra presencia es importante, así como lo que tenemos que decir, pero ambos fenómenos hay que saber modularlos. Saber esperar es una virtud muy poderosa. Hay que aprender incluso a decir lo que pensamos, proponiendo con delicadeza nuestro argumento y aprendiendo del otro cuando así lo consideremos convincente y conveniente.

Si la manera de relacionarme conmigo mismo y con los demás tiene dificultades, como usualmente ocurre, el trabajo de cambio debe realizarse primero sobre las emociones, lo que tendrá una repercusión sobre los estados de ánimo y de estos sobre el temperamento. Las emociones son respuestas rápidas a los estímulos generalmente externos, y suelen durar de escasos segundos a algunas horas; el estado de ánimo lo llevamos con nosotros de algunas horas a varios días y el temperamento nos acompaña por meses, años, o para toda la vida. El temperamento se irá transformando en la medida que se logre el control de las emociones y del estado de ánimo. La práctica disciplinada de la Meditación permite desde la profundidad de silencio y la quietud interior, mirar los pensamientos y las emociones como si fuera otro el que las mira y de esta manera no ser siempre su víctima, sino más bien su conductor.

La transformación que realiza el meditador de su temperamento y personalidad, es posible que pueda ser explicada con base en toda una nueva ciencia que se conoce como la Epigenética. Por medio de los ejercicios de meditación “se apagan” algunos genes y se activan otros que estarían relacionados con nuestra nueva forma positiva de interactuar con el medio y conmigo mismo.

El estudio científico de los últimos 40 años, ha permitido conocer con alto grado de precisión, las zonas del cerebro que se activan e interactúan en el momento mismo de la meditación, así como aquellas que  dejan de funcionar transitoria o permanentemente. Se conocen además algunos de los cambios fisiológicos, bioquímicos y metabólicos que ocurren durante el ejercicio de la meditación. Este conocimiento deriva del estudio que se ha realizado en la sangre y otros líquidos corporales en meditadores experimentados como los monjes tibetanos.

La ciencia ha venido a determinar, por medio de investigaciones con pacientes, los beneficios que reciben los meditadores en todas aquellas enfermedades relacionadas con el estrés, tanto en el campo de la psicológico como en el de los distintos órganos y sistemas. Patologías como la cefalea, el insomnio, los dolores musculares, algunas enfermedades del corazón, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, el asma y otras, han mejorado significativamente en los meditadores con respecto a los grupos controles.

La meditación como via a la felicidad

La Felicidad es consustancial al ser humano y a otras especies: la simple observación del comportamiento del ser humano demuestra que la felicidad es una experiencia al alcance de nuestra vivencia.  La felicidad se presenta en una constelación de manifestaciones, desde la alegría, el placer, el gozo, el bienestar, la satisfacción, la armonía, todas con un correlato de actividad biológica, localizada en el lóbulo pre-frontal izquierdo del cerebro, desde donde se regula al centro de las emociones o sistema límbico. Cuando se activa el lóbulo pre-frontal izquierdo del cerebro, la sensación que se experimenta es de felicidad, en cualquiera de sus manifestaciones y en relación con el estímulo interno o externo que le da origen (una ilusión, un logro alcanzado, una cena agradable, el abrazo amoroso, el nacimiento de un nuevo ser).

Existe mucha información científica que apoya este conocimiento. Se sabe además, que esta manifestación de felicidad, está codificada genéticamente, de tal manera que todos tenemos el potencial de llegar a experimentar la felicidad, unos más que otros,  ya sea de una manera casual o azarosa, o de una forma más sistemática y auto-dirigida. Existen los genes de la felicidad, no uno sino varios, que aportan el 50% de la probabilidad de ser felices, agregando el otro 50% aquellas condiciones del medio ambiente en las que nos ha tocado vivir.  Pero es que además, la felicidad como manifestación, parece haber sido muy importante en la evolución de la especie, ya que el placer de comer, dormir, de abrazarse con el ser querido, de  inter-actuar  socialmente, le agrega valor y da sentido a la experiencia de vida, favoreciendo la interacción con el medio y su dominio. Por el contrario, la ausencia de la experiencia de la felicidad, no le hubiese permitido a la especie humana y otras especies, el éxito evolutivo alcanzado; la vida no habría valido la pena.

La Felicidad debe ser una decisión de vida

Richard Davidson, con 20 años de experiencia en estudios para la ubicación geográfica de las emociones y los sentimientos en nuestro cerebro, y más recientemente con la ayuda  de la tomografía por emisión de positrones y la resonancia nuclear magnética funcional, ha logrado definir, en conjunto con otros investigadores, los sitios que se encienden cuando experimentamos la felicidad o la tristeza, la primera predominantemente localizada en el lóbulo prefrontal izquierdo del cerebro y las emociones negativas en el derecho.

Pero la sentencia más interesante definida por Davidson reza que la felicidad es un acontecimiento demasiado importante para el ser humano y que no sólo es posible construir la felicidad, sino que además su vivencia no se le puede dejar al azar o a la casualidad. Davidson ( Universidad de Wisconsin) ha trabajado muchos años con el Dalai Lama y con Daniel Goleman (Inteligencia Emocional), y piensan que el ser humano, por medio de la voluntad y del ejercicio mental, puede aprender a controlar sus estados de ánimo y sus emociones.

La humanidad viene hablando de este tema desde hace varios miles de años, ya sea en la idea de apartarse del sufrimiento, con Budha y sus  cuatro nobles verdades, con Periandro (S VII a.c en Grecia), quien le daba mucha importancia al ejercicio mental para el autodominio y la fuerza de la razón sobre las emociones, así como con Epicuro, quien invitaba a abrir la mente a los pensamientos positivos, con arreglo al carpe diem, para “aprovechar el día”, entre muchos otros pensadores.

La Felicidad se puede construir.

Hace unos pocos años se pensaba en el cerebro como un órgano rígido, terminado, estructurado, en el sentido de que lo aprendido, estaba guardado en nuestra memoria y no podía ser modificado. Hoy se conoce que lo que caracteriza al cerebro es más bien su gran plasticidad, lo que le confiere la propiedad de seguir cambiando a lo largo de la vida, no sólo desde el punto de vista funcional, sino además desde la perspectiva estructural. Esta plasticidad nos permite crear hábitos de pensamiento, de tal manera que habiendo inicialmente desarrollado un temperamento y estados de ánimo con una tendencia a las emociones destructivas, como la tristeza, la ira, los celos, el rencor, el enojo, el miedo, la angustia, podamos luego con voluntad y disciplina variar esta tendencia hacia las emociones saludables. Las emociones destructivas tiene el potencial de generar o agravar enfermedades, las emociones saludables protegen nuestro cuerpo y mente de esas amenazas. 

Hoy sabemos que se pueden cambiar los contenidos del pensamientos por medio de ejercicios mentales, hacia aquellos de carácter más positivo, que nos permitan emociones relacionadas con el bienestar. Las investigaciones recientes no solamente indican la generación permanente de nuevas conexiones inter-neuronales, sino además que como resultado de éstas, la corteza cerebral en algunas de sus regiones (e.g la corteza cingulada anterior) es capaz de aumentar su grosor, en tanto que cambio estructural. Es decir, por medio de la decisión valiente (Osho) en relación con la búsqueda de la felicidad, con una voluntad férrea por alcanzar este estado de manera permanente, y aprovechando la plasticidad para el cambio que nos confiere la naturaleza del cerebro, podemos transformar nuestra forma de pensar (morir para vivir), hacia un estado mental más positivo, que al mismo tiempo nos permita conservar una buena salud, o bien que sirva de complemento en el manejo médico de enfermedades ya establecidas.

La felicidad es una necesidad

Los estudios médicos de los últimos veinte años establecen la correlación entre los pensamientos negativos, las emociones destructivas y la enfermedad. Esta conexión está clara para aquellas enfermedades que denominamos “estrés dependientes” como el infarto del miocardio, el insomnio, la depresión, la fibromialgia, la lumbalgia crónica, la colítis espástica, la hipertensión arterial, la psoriasis, y otras más. Pensar negativamente, tiene consecuencias para la salud, relacionado con la elevación de algunas hormonas, entre ellas el cortisol derivado de las glándulas suprarrenales. Por el contrario, despojarse de la tensión emocional y del estrés alivia muchas de estas patologías y sirve de complemento a la terapia convencional,  previene esas enfermedades si aún no se han adquirido, y le permite al individuo una vida más llena de armonía y libre de conflicto. En Inglaterra por ejemplo, se está desarrollando un movimiento con apoyo gubernamental, en el que la felicidad de la población se debe incorporar como uno de los logros del desarrollo social para los próximos años, tan relevante o más, que algunos rubros relacionados con la salud económica del país.

La Meditación como vía a la felicidad

Varios son los caminos que se pueden emprender en ruta a la felicidad, la Meditación es uno de ellos. La Meditación es una tradición milenaria, ya existía en los registros védas de la India, se ha conservado en el Oriente, y establece contacto reciente con Occidente, al final de la primera mitad del siglo pasado. Esta relación se favorece a partir de la migración de monjes tibetanos a este lado del mundo, relacionado con la invasión china a sus territorios, además de la visita de jóvenes de Occidente a conocer las técnicas y a practicar la Meditación con ellos.

 La Meditación, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, es un ejercicio mental para desvanecer durante su práctica, todo pensamiento, toda emoción,y toda imagen.   Esta actividad, que puede durar de 30 a 45 minutos por día, tiene como recompensa durante las primeras etapas, generar una sensación de arrobamiento, de paz, de armonía muy agradable, que invita al meditador a permanecer en ese estado la mayor parte del tiempo posible. Este fenómeno está relacionado con la activación de un proceso subconsciente que resulta de liberar la mente transitoriamente de las funciones cognitivas.

La Meditación promueve por tanto el desarrollo de un estado especial de felicidad,  corroborado por medio de los estudios científicos, cuando demuestran que durante el acto meditativo, se encienden o activan las zonas del cerebro conocidas por su relación con el bienestar, entre otras, el lóbulo pre-frontal izquierdo del cerebro. El deseo por alcanzar un objetivo placentero, genera la producción en nuestro cerebro de una sustancia conocida como dopamina, que promueve la concentración, pero una vez alcanzado el objetivo, otra zona del cerebro genera la liberación de al menos dos sustancia, las endorfinas y las encefalinas, que confieren un rocío de plenitud, de goce,  de satisfacción y alegría para nuestra mente y para nuestro cuerpo. La Meditación en tanto que estado de paz, armonía y felicidad,  nutre al practicante de estos beneficios al alcance de su propia naturaleza.

Por otro lado la Meditación trae el beneficio del desarrollo de una Meta-consciencia, en tanto que habilidad de la mente para mirar el propio silencio durante el acto mismo del ejercicio, así como para observar los pensamientos ocasionales y dispersos que se presenten. Esta habilidad genera una fortaleza, de tal manera que cuando el meditador incursiona en la vida cotidiana,  está en la capacidad de mirar los propios pensamientos y de liberar al individuo a voluntad de aquellos sentimientos que generan estrés, acompañado de emociones destructivas, potencialmente dañinas para la salud.

Contar con la habilidad de silenciar voluntariamente la actividad mental, ya sea total o parcialmente, confiere las condiciones para que en la vida cotidiana se logre cambiar el foco de atención, desde un pensamiento negativo a otro más positivo; incluso a reevaluar positivamente un pensamiento negativo, a tono con la Psicología Cognitivo Conductual.

La paz interior y el estado de armonía que se alcanza durante la Meditación se traduce en ecuanimidad y sosiego en los actos de la vida. El desarrollo de una Meta-consciencia durante la Meditación, genera un “observador” para la vida diaria, con el propósito de conservar el estado de felicidad la mayor parte del tiempo posible. No se trata de eliminar por completo nuestras emociones y estados de ánimo, sino sólo de controlarlas, matizarlas, desarrollando una fortaleza interior que promueva un incremento del umbral a las emociones negativas y decantar en un estado pleno de felicidad y arrobamiento.
Buena suerte en tu camino.

Meditación y bienestar

Este artículo fue publicado en el 2005 en GeoSalud (http://www.geosalud.com/medicinanatural/meditacion.htm).

 

La Meditación le brinda al practicante un estado extraordinario de bienestar, en el momento mismo del ejercicio mental/corporal, relacionado con cambios fisiológicos y bioquímicos bien documentados científicamente. Las modificaciones que se encuentran llevan a proponer un estado hipometabólico, con una disminución franca en el consumo de oxígeno y de la producción de bióxido de carbono. Pero además se conocen propuestas de reestructuración cognitiva en el practicante, con el desarrollo de un mayor control sobre sus emociones y sus pensamientos, con un estado mucho más ecuánime, relacionado con el desarrollo de la conciencia y una forma menos aprehensiva de interactuar con el mundo.

Sentarse con los ojos cerrados, en una cómoda posición, músculos relajados y una incursión al "interior de la conciencia" ofrece muchos beneficios. Estos se evidencian ahora con el apoyo de la investigación científica, tanto que el Dr Gregg Jacobs Ph.D., Profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard, considera que la Meditación así como otras técnicas que abordan la relación mente/cuerpo (relajación muscular progresiva, autogénesis, bioretroalimentación, yoga y tai chi), deben ir abandonando el campo de la Medicina Alternativa e incorporarse al cuerpo de la medicina moderna. Opinión interesante y por supuesto no libre de la generación de reacciones adversas, pero tiene su fundamento.

Estas técnicas funcionan mejorando diversos trastornos de la salud directamente relacionados con el estrés, entre las que se mencionan: la cefalea, la lumbalgia, el digestivo irritable, el insomnio, la hostilidad, la ansiedad y algunas formas de depresión. Sin embargo desde hace 25 años se vienen reportando estudios en los que patologías como la enfermedad coronaria, la hipertensión arterial, algunas arritmias, los niveles de colesterol, la cicatrización de fracturas y la estimulación de la respuesta inmune, se benefician con la práctica disciplinada de estos métodos y por supuesto conjuntamente con el tratamiento médico convencional, cuando sea necesario.

Los escépticos pueden hacer una revisión a los más de 2000 estudios controlados de los últimos 25 años que han demostrado que la respuesta de relajación y las intervenciones mente/cuerpo son clínicamente efectivas en problemas de salud que son causados o complicados por el estrés. Ya algunas compañías aseguradoras (10%) en los Estados Unidos lo hicieron, reembolsando las cuentas médicas de los pacientes que se someten a este tipo de terapias. Sólo en los Estados Unidos se reportan seis revistas específicamente dedicadas a la terapia mente/cuerpo y docenas que publican artículos en este campo, entre ellas las prestigiosas (JAMA) Revista de la Asociación Americana de Medicina y la " New England Journal of Medicine".
La revista Time del 23 de Octubre del 2003, informa que más de 10 millones de norteamericanos practican actualmente la Meditación.

Pero existen otras razones por las cuales esta milenaria práctica oriental merece la atención de los habitantes y profesionales en ciencias de la salud de Occidente; la investigación científica ha empezado a explicar lo que ocurre en el sistema nervioso central así como en el sistema nervioso autónomo.
Ahora sabemos que los pensamientos y los sentimientos son procesos biológicos que ocurren en el entramado de las neuronas de nuestro cerebro, con la participación de iones de sodio y potasio, con la generación de potenciales de acción en las neuronas y la comunicación a través de neurotransmisores entre esas neuronas. Se conoce además que esa actividad está ligada con el centro de las emociones (el sistema límbico) y que éste libera mensajes hormonales a las glándulas de secreción interna y al sistema nervioso autónomo. Este conocimiento nos permite afirmar, que los pensamientos aflictivos tienen una repercusión negativa en la homeostasis o equilibrio corporal. Esto se conoce desde hace mucho tiempo. Lo que viene a ser verdaderamente revolucionario, es el conocimiento científico que apoya el sentir popular milenario, de que los pensamientos positivos y los estados de relajación corporal, así como el silencio que se adquiere en los ejercicios de meditación, tienen un efecto benéfico en la mente misma y en el resto del cuerpo.

Los cambios que ocurren en el sistema nervioso están siendo cada vez mejor documentados, cuando un monje tibetano es sometido a estudio en la Universidad de Wisconsin con el Dr R.Davidson. Durante el estado meditativo profundo y con las emociones positivas, se corrobora por medio de una resonancia nuclear magnética funcional, que la actividad cerebral se concentra a nivel de la corteza prefrontal izquierda. Las emociones aflictivas (miedo, ira, tristeza y disgusto) tienen su asiento en una región distinta, exactamente la opuesta, la corteza prefrontal derecha.

Otros cambios que se evidencian en las respuestas de relajación se miden por medio del electroencefalograma. Las ondas alfa (de 8 a 12 ciclos por segundo), es el patrón predominante en personas que se encuentran en condiciones normalmente relajadas, pero después de 15 minutos en que se eleva la respuesta de relajación (concentración profunda o meditación), ocurre un cambio súbito en el registro con una caída del poder alfa y un aumento significativo de las ondas theta (4 a 7 ciclos por segundo) y delta ( 0 a 3 ciclos por segundo).
Las reacciones de alarma relacionadas con el miedo y la ira, por supuesto que son útiles en las condiciones de "correr o pelear " que necesitaron nuestros antepasados remotos. Pero lo que es grave es mantener esa vía activada de una manera permanente por medio del estrés y la hostilidad de la vida moderna, que como se demuestra, condiciona o empeora algunos síntomas y enfermedades.

El nuevo interés por la búsqueda del silencio interior, no pretende para el practicante alcanzar la verdad absoluta o hacerse uno con el universo, incursionar en el subconsciente o en el inconsciente, ni adquirir poderes sobrenaturales o conversaciones con espíritus deseosos de brindar algún mensaje del más allá.

La ciencia y el pensamiento místico, religioso y filosófico se encuentran para retroalimentarse. "El que quiera entender que entienda", "Conócete a ti mismo", "El reino está en tu corazón", "Mal te buscaba Señor afuera pues estabas dentro", son todas sentencias que se revitalizan a la luz de un nuevo conocimiento, que no busca adueñarse del Amor y de la Paz Interior sino apenas tímidamente explicarlos.

El ser humano tiene el potencial para desarrollar su estado de conciencia y tomar el comando de sus pensamientos y sus sentimientos, dándole a su existencia una nueva dimensión. Lo que no se vale es sentarse a esperar milagros, "el camino a la vida es largo y difícil" y requiere de disciplina y fe.