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ENTRE LO REAL Y LO IMAGINARIO
La Meditación es una alternativa de solución a la angustia existencial, al manejo de la incertidumbre, al control del miedo, a los abordajes imaginarios de los problemas reales. La Meditación ofrece PAZ a las vicisitudes de la vida real. El ser humano tiene la capacidad ante una determinada situación de mirarla desde lo imaginario, o desde el pensamiento lógico racional. Una noche, alguien solo en un cuarto, despierta ante el ruido que provocó la apertura de una puerta. Se asustó y se levantó para averiguar lo que sucedía. La noche era oscura y por supuesto no encontró a ningún responsable del hecho. Todavía adormilado y asustado, sin respuesta visible, culpó a algún ser sobrenatural de aquel onírico acontecimiento: un ángel, una alma en pena, una presencia, algún mensaje del más allá, tal vez. Su mente alterada no pudo conciliar el sueño por el resto de la madrugada. ¿Y si la visita provenía del inframundo? ¡Horror, qué desconcierto! ¿Qué habría hecho mal, para merecer tal castigo? Y el mismo pensamiento rumiado una y otra vez, hasta las ojeras en el desayuno y mucho más allá. Este fue el pensamiento en la edad de piedra, sin puertas por supuesto, porque al menos de madera no se conocían. Pero esta sería la línea de explicación a cualquier evento del que se desconociera su origen.
La fuerza vital en la naturaleza, en el universo o en el hombre, pertenecía al terreno de las fuerzas,energías o ánimas de lo sobrenatural. Y más adelante aparecieron los dioses en todo, la lluvia, el trueno, la cacería, la fertilidad. Mucha gente hoy convive con el pensamiento paleolítico.
En la otra línea de pensamiento, el afectado con el ruido de la puerta se levanta, la vuelve a cerrar y está convencido de que el viento, confabulado con la expansión o reducción de materiales, provocaron el hecho. La vuelve a cerrar, pero de alguna forma se asegura de que no se vuelva a abrir. Coloca su cabeza sobre la almohada y se vuelve a dormir. Puede ser que no estuviera tan seguro de cuál fue la causa de que la puerta se abriera. Pero si sabe que fue un acontecimiento real, del dominio de lo natural. Utilizó su pensamiento lógico y racional para solucionar un insignificante evento nocturno.
El pensador lógico racional puede y debe usar la imaginación, por ejemplo para crear, pero siempre bajo la vigilancia de la razón. Para solucionar los temas de la angustia existencial, la muerte, la enfermedad, los otros, la vida misma, se puede apelar a la vía de la imaginación, e inventar sin sustento toda suerte de supersticiones, o bien se pueden utilizar los propios recursos mentales naturales como el conocimiento, la serenidad y la paz que aprendemos a conocer por medio de la Meditación y otros recursos. Ignacio.
SUAVIZAR EL RECUERDO DE EXPERIENCIAS TRAUMATICAS
La Meditación podría ser la solución escalonada de nudos, entuertos o enredos psicológicos. Es fácil sucumbir a los cruces de cables en nuestro cerebros con resultados que generalmente llevan a corto circuitos y en no pocas ocasiones a largo circuitos. La emboscada en una noche oscura de un día pesado, con un pasado tormentoso, es caldo de cultivo generoso para caer en esos baches de angustia, depresión y ansiedad, entre otras emociones y sentimientos destructivos. La conjura puede ser que se haya iniciado en la infancia, sin darnos cuenta y acuñada en nuestro subconsciente. Cada episodio de desaciertos suma al anterior, hasta llegar en ocasiones a la confusión total. Desenredar esa madeja es tarea de titanes y usualmente no lo logramos solos.
Tenemos miedo y no nos damos cuenta, y cuando nos damos cuenta no sabemos porqué o a qué le tememos. Por debajo subyace la respuesta y hay que sacarla a flote para verla, analizarla, pero sobre todo para atenuarla. Pero solo sacarla a flote perturba. Además nos acompaña la costumbre, siempre hemos hecho las cosas de una manera determinada y no queremos cambiar. Nuestros defectos se empoderan y crecen y la costumbre de ser quien soy, es poderosa. Estamos cuestionando nuestro tesoro más precisado, el Ego que hemos construido a lo largo de nuestra existencia, ni más ni menos que nuestra forma de comprender la realidad y de relacionarnos con los otros y las vicisitudes de la vida.
Estos nudos mentales provocados por encuentros de fuerzas psíquicas poderosas de orígenes multicentricos, no se pueden desenredar de la noche a la mañana, sus cargas son pesadas. Cada quien con las suyas. La calma que experimentamos en la Meditación puede ayudar a “enderezar entuertos”, “pasito a pasito, suave suavecito”. Como quien baja una escalera de energía, contenida en cada escalón.
Matizada, mirando y explorando con suavidad, con intención, sin prisa. Buscando asociaciones que nos permitan entender cómo se construyó el edificio de nuestra personalidad. Liberando de toda emoción al recuerdo, al evento, la huella psíquica. En paz, en estado amoroso, aceptando que lo que no se puede comprender, lo asumo en mi totalidad biopsicosocial. Desde una visión lógico-racional, sin soluciones mágicas. Busca y encontrarás, medita y tendrás una vida más libre de ataduras en función del bienestar y la felicidad. Ignacio
CONSEJO PRÁCTICO
Para aquellos meditadores que tengan que algún grado de dificultad para encontrar y mantener el silencio, o aquellas personas que se están iniciando en el arte, les quiero presentar un método que pienso les puede ayudar.
Se empieza con tres respiraciones profundas y lentas. Con la exhalación, cuando botamos el aire, relajamos varios grupos musculares, por ejemplo la cara, el cuello y el abdomen. Luego nos entregamos a la respiración inconsciente, automática o involuntaria, según su propio ritmo y profundidad, concentrados en la entrada y salida de aire y en la espera de la siguiente respiración. El tema es mantener el silencio en cada ciclo respiratorio (entrada de aire, salida de aire y espera de la respiración siguiente). Necesitamos un hilo conductor que nos mantenga el silencio. Este hilo será mantenido CONTANDO cada ciclo respiratorio (1,2,3,4,5 ... etc). Seguimos hasta donde logremos mantener el estado de silencio. Si perdemos el silencio porque aparece en el escenario de mi vida interior, algún pensamiento o emoción, volvemos a empezar con el conteo de respiraciones. Mucha suerte. Ignacio.
KARMA
Aunque somos meditadores y la meditación tiene un vínculo ineludible con el budismo y algunas otras filosofías y religiones orientales, no necesariamente es aceptable toda la doctrina que de ellas deriva. Por ejemplo, hablar de karma necesariamente conlleva la aceptación de la reencarnación. El karma estaría asociado entonces con un destino prefijado relacionado con nuestros actos, buenos o malos, de vidas anteriores. El karma además implica la creencia en algo, una forma de energía que se estaría transmitiendo de quien fallece al nuevo ser que emerge con esa energía heredada. Las acciones de los seres humanos vendrían a equilibrar estas fuerzas que provienen de PRETENDIDAS vidas anteriores.
Desde una perspectiva actual, que tome en cuenta al pensamiento lógico racional, a la ciencia y a la demostración fehaciente de hechos, el karma quedaría totalmente excluido como alguna forma de influencia sobre los actos de la vida presente. El karma sería una forma de entender la vida en el oriente de hace miles de años y que ha venido a ser superada por nuestra manera diferente de entender la realidad de la vida y de la muerte.
A los meditadores del siglo XXI, nos interesa una visión real, natural de la vida y del ser humano y su entorno. Practicamos la meditación para desarrollar habilidades y destrezas mentales que nos permiten esa visión real, ante las dificultades de esa realidad, para vivir en bienestar, serenidad y felicidad. Ignacio.
LA SERENIDAD Y EL SUFRIMIENTO
Pienso que nuestra naturaleza nos ha premiado con fortalezas mentales para superar situaciones difíciles. Al mismo tiempo que nuestra condición ante embates de la vida nos llevan al sufrimiento, también contamos con las herramientas para superarlo. Solo que esas condiciones hay que buscarlas, están escondidas. Aprendimos desde niños a sufrir, lo traemos en nuestras entrañas, pero nadie nos dijo que podíamos superar ese sufrimiento y si nos lo dijeron, no nos explicaron cómo.
Primero hay que anhelar salir del sufrimiento. Si no lo deseamos, esa
situación, ese estado mental nos seguirá acompañando. Pensaría que esto nadie se lo merece, pero es nuestra realidad de ser humano. Podemos sufrir sobre muchos temas, pero hay sufrimientos máximos, como la muerte de un ser cercano. En el momento de la muerte establecimos un lazo muy poderoso en nuestra
Mente entre el recuerdo del ser querido, la muerte y el sufrimiento. Estos tres procesos mentales quedarán prácticamente soldados en nuestra actividad neuronal.
El trabajo con la ayuda de la Meditación es empezar a desvanecer el nudo formado por esos tres procesos. Cualquier emoción que vivamos en la vida cotidiana nos atrapará en esa tríada poderosa y nefasta. Hay que establecer la separación de los componentes de la tríada. No todo recuerdo nos debe llevar asociado el recuerdo del ser querido que murió, no todo sentimiento que vivimos nos debe trasladar al sufrimiento por esa misma razón. Hay que empezar a separar sufrimiento, muerte y ser querido. Pero hay que desear esa separación. Al final debe prevalecer el recuerdo del ser querido, distante de la sensación de sufrimiento y alejado del concepto de muerte.
Hay que ir separando las uniones neuronales que nos tienen atrapados en ese dolor. Se debe buscar impregnar de serenidad y de paz el nudo que nos ahoga. Pero hay que Meditar para lograrlo. Tienen que dejar de sentir lástima por ustedes y dar el salto a una nueva vida, sin el ser querido, pero con su magnífico recuerdo. Tienen el derecho a ser felices en medio de las circunstancias y cada vez más felices. La solución está en el interior de cada uno de ustedes. Eso sí, tienen que ser valientes para sobreponerse. Tienen que reinventarse en su manera de manejar los sentimientos. Es
mejor ir empezando de una vez. Ignacio.
La pérdida de un ser querido¡
Experiencias, acontecimientos, creencias, sentimientos, emociones, razonamientos, alegrías, culpas, aprendizajes, conflictos, enfermedades, fallecimientos, entretenimientos, amistades, enamoramiento, lecturas, temores, inseguridades, todo va sumando conforme transcurre la vida. Algunas experiencias van quedando sembradas en la mente y se traslapan, se amarran con otras, toman fuerza, otras son intrascendentes y se desvanecen, por allá otras que se ocultan para expresarse más adelante. Algunas se imprimen con una intensidad extraordinaria y se amarran con aquellas con las que son afines. Esas experiencias de mucha intensidad abarcan todo el cerebro, todo el momento y todo el entorno mental. La muerte de un ser querido, en el dolor se amarra con toda la existencia. Este amarre no es poca cosa, es inconmensurable, furioso, son nudos de alta tensión que van construyendo una madeja que lo abarca todo en un momento profundo de tristeza, de sorpresa, de angustia, de miedo, de llanto, de incredulidad. Porqué pasó? Porqué me pasó? ¿Lo merecía? ¿Qué hice? ¿Qué voy a hacer sin el ser querido? La confusión y el dolor se sumen en un abrazo indescriptible. Con el ser querido que muere se muere todo dentro de mi, estoy muerto cada instante, cada segundo, para atrás, ahora y para adelante. Y lo que es más grave, no veo la luz, ni siquiera un rayito de esperanza. Sumido en el sufrimiento en el día y en la noche. Todos mis pensamientos, emociones y actividades están teñidos del mismo dolor. A veces un día bueno, pero no son muchos. Estoy enfermo de la mente y desvalido de todo el cuerpo y no sé dónde empezar. Además la sociedad y lo social me dictan que ese estado de duelo es el correcto, aunque me esté muriendo, ahogando en su charco. La totalidad de mi ser está tomado por los sentimientos de la pérdida, de la separación, de la soledad. Me siento además incapaz de salir del hueco, es más ni me lo planteo, estoy donde tengo que estar y ahí me quedo. Todo mi cerebro está anudado en el dolor, en el llanto, en la depresión y el torbellino sigue dando vueltas, no se va, me arrastra. Aunque parezca mentira es mi zona de confort, ya que lo único que se hace es sufrir. No puedo hacer otra cosa, me da miedo, no se como llegar a otro estado de la mente, así es el ser humano, yo soy un ser humano, así es que sufrir es normal, máxime si los otros le dan alimento a la bestia . Esta crece más, toma fuerza, se engorda en mis entrañas y me corroe. Estar ahí además me mantiene cerca del ser querido que ya no está, entre más sufra más presencia de la ausencia. Es un circulo vicioso. Déjenme ahí, ahí es donde quiero estar, es más por alguna razón me lo merezco. Sufre el cerebro, sufre el corazón y con ellos todo el organismo. El organismo se enferma, a veces hasta una dolencia seria. Pero no pido ayuda. ¡Qué horror! La enfermedad, la muerte, las malas noticias, los acontecimientos desagradables son consustanciales al ser humano. Como sufrir es normal, nadie nos prepara para el sufrimiento y un día nos atrapa. Pero quizás haya una salida, tal vez ese rayito de esperanza, una luz al final de camino. Tal vez se pueda resolver si se desea y si se trabaja. Desde mi propia condición de ser humano, inmerso en la realidad de mi condición humana. La voluntad de deshacer los nudos intracerebrales del dolor podría ser un buen comienzo. Aceptar con resignación la condición humana y sus falencias. Respirar suavecito, inhalando paz y exhalando paz. Inyectando paz a la madeja que me consume. Con ánimo pero con la paciencia de la paz. Respirando suavecito, llevando oxigeno a todos los rincones de mi mente y de mi cuerpo. Ayudarme. Imprimirle una sonrisa a mi condición desesperada, en mi propio beneficio. Respirar conscientemente e agregar una sonrisa tenue, adorable. Relajar el cuerpo en la totalidad de sus músculos, sentado o caminando, o escribiendo. Un poquito de ejercicio no vendría mal, y una dosis de notas musicales agradables, no estridentes. Es empezar a reconstruir un nuevo cerebro, con buenas emociones y estado de ánimo. Es empezar a segregar las sustancias del bienestar, de la serenidad y de la felicidad interior. Más adelante quizás cerrar los ojos para mirar mi interior, y empezar a atenuar el torbellino, con la respiración y la sonrisa, sin preguntas, porque no hay respuestas pero contribuyendo con mi voluntad a aceptar y superar la situación. El remedio está en el silencio interior. Que por espacios el silencio se apodere de mi mente y poder dictar el estado mental que me conviene. Silencio por algunos segundos, pero luego silencio por varios minutos para apoderarme y empoderarme de los recovecos de mis pensamientos. Dictar poco a poco lo que quiero pensar y lo que quiero sentir, siempre que sean buenos para mi totalidad viviente, sin culpas. El silencio te llevará a la serenidad y con perseverancia se desvanecerá el torbellino. Eso sí te lo mereces. La vida no es otra cosa. Ignacio.